¿Te has preguntado durante este tiempo qué te hace feliz? Imagino que sí, muchas veces. Seguramente esta situación te haya hecho darte cuenta de lo que echas de menos el contacto con las personas, de las ganas que tienes de abrazar a tus amigos, de darle la mano a tu abuela o de poder recoger un papel del suelo y dárselo a alguien diciendo “perdona, se te ha caído esto”, sin dudar ni un segundo que estás poniendo su salud, y la de los de su alrededor, en riesgo.
Pero...¿Te has preguntado durante esta larga jornada de introspección qué es lo que te hace sentir bien? ¿Qué es el bienestar de tu cuerpo y mente más allá de los sentimientos, preocupaciones y problemas?
LA SALUD COMO ESTADO DE BIENESTAR
Cada vez existe más “conciencia” a nivel laboral y social para promover un entorno saludable. Todos sabemos que la nutrición y ejercicio físico son importantes para nuestra salud. Sin embargo, en sociedad estos problemas son abarcados de una forma muy generalizada, en la que estos dos tópicos se vuelven una preocupación e incluso una obligación difícil de afrontar, que a su vez entremezcla con nuestras inseguridades y la continua presión acerca de la estética.
Tu cuerpo es lo único que te acompañará siempre, ya que hasta tus preocupaciones, sentimientos, valores y experiencias se irán reformando durante toda tu vida.
Atardecer en Krabi (Tailandia)
ESCUCHAR A NUESTRO CUERPO
La Organización Mundial de la Salud afirma que “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.
El bienestar debería ser considerado una responsabilidad personal, fruto del aprendizaje y de la conciencia de su importancia. Debemos permitirnos entender cómo se siente nuestro cuerpo y escucharlo, ya que tras muchos años de evolución nos hemos desvinculado cada vez más de nuestras sensaciones y necesidades corporales. Y como en todo aprendizaje, interiorizar que la comprensión viene después de haberse permitido experimentar lo que se siente.
De esa forma trabajaremos en ello de una forma consciente, participaremos de forma responsable en nuestras vivencias y confiaremos en lo que nuestro cuerpo nos está diciendo. Esto nos ayudará a cerciorarnos de que lo más importante de todo es sentir y a partir de ello crear un cambio.
¿Crees realmente que durante nuestra vida alguien se ha parado a enseñarnos cómo hacerlo? ¿Crees que se le ha dado un valor como aprendizaje diario?
Quizá pienses que sí, ya que sabemos de la existencia de estos tópicos.
El problema es abarcarlos como algo utópico, y no hacerte responsable de ello y darte la confianza para cambiarlo de forma proactiva.
Parece que la condición social hace que en ciertos momentos nos olvidemos de nuestra concepción como humanos, de la naturaleza química de nuestro cuerpo. Olvidamos que la alimentación, la actividad corporal, el descanso entre otras cosas, son imprescindibles para nuestro bienestar de forma complementaria.
Puesto de comida en el Food- Market de Pai (Tailandia)
Ya en 1850, el filósofo y antropólogo alemán Ludwig Feuerbach escribió en su Escrito "Enseñanza de la alimentación" la famosa frase:
"Somos lo que comemos"
Incluso el médico Hipócrates, nacido en el siglo V a. C. dijo:
“Sea el alimento tu medicina, y la medicina tu alimento".
Se dice que nuestro aparato digestivo es nuestro segundo cerebro, actúa de manera independiente con respecto al cerebro de la cabeza. Expertos del U.S. Department of Health and Human Services han llegado a conclusiones donde se muestra que, aproximadamente un 95 % de la serotonina (la llamada “Hormona de la Felicidad”) que tenemos en nuestro cuerpo, se produce en colaboración con el aparato digestivo.
IDENTIFICAR QUÉ NOS HACE SENTIR BIEN Y CONVERTIRLO EN UN HÁBITO
Durante nuestra vida podemos llevar a cabo diferentes estilos de vida, que dependen exclusivamente de nosotros y de nuestra actitud hacia los hábitos diarios. La “calidad de vida” se refiere al valor de ésta en función del grado de disfrute del individuo en conjunto, dejando de lado dominios o aspectos concretos.
¿Alguna vez has sido consciente de tus actos más allá del objetivo que pretendes con cada uno de ellos? El fin de ellos no debería ser lo que te impulsa a hacerlos, sino lo que sientes en cada momento. Ponerle un propósito a un acto hace que se convierta en una meta y no en un fin en sí mismo.
Desde un punto personal durante este tiempo he podido observar las emociones en las caras de la gente paseando por el campo, apreciando las estrellas u oliendo el aroma de las flores. A lo que quiero llegar con esto, es que todos y cada uno de nosotros somos conscientes de estos estímulos que nos hacen sentir bien. Sólo necesitamos percibir la trascendencia que causan en nuestra persona y con ello adquirir ambición para cuidarnos.
ALCANZAR EL BIENESTAR COMO ESTILO DE VIDA
Este aprendizaje, a su vez, se podría expandir a otros ámbitos de nuestra vida. Ahora más que nunca nos hemos dado cuenta de lo que nos conocíamos, de la importancia de reinventarse cada día aun estando encerrado en una casa.
El parón nos ha hecho conscientes de cosas en las que antes no invertíamos ni un segundo en pensar. Incluso darnos cuenta de ciertas cosas que echábamos de menos, que hacía mucho tiempo que ni nos planteábamos hacer.
La vida es una carrera, y nuestra mente tiene tal capacidad adaptativa que nos hace acostumbrarnos a cada nueva “normalidad” en un abrir y cerrar de ojos.
Gracias a ello, también podemos implantar hábitos que se convertirán en imprescindibles cuando seamos capaces de apreciar cada uno de sus beneficios. Con este escrito te invito a que crees un cambio en tu mente, que empiece por pequeñas cosas del día a día siempre alejadas de la obligación y el compromiso, y a que conviertas el bienestar en un estilo de vida.
Eva Cea Torrescassana
Comments